miércoles, 1 de marzo de 2017

AL LIMBO CON DRAG SETHLAS


No sé cómo ni por qué, viendo al ganador de Gala Drag Queen de Las Palmas de Gran Canaria 2017, me vino a la cabeza un juego al que jugábamos en mi colegio cuando era pequeña.
El Limbo. El limbo era un lugar que se inventó alguien para que aquellas pobres marginadas que no éramos elegidas para ser protagonistas del juego, no protestáramos y quedáramos tan convencidas de que estábamos jugando.
Os cuento.
Junto al comedor de mi cole, había un jardín estilo años 70, formado por arbustos bajos y setos que creaban pasillos de tierra. Era un mal cuidado jardín francés. A ese recreo solo íbamos “las de comedor”. 

 

El juego era el de siempre, el de “papás y mamás”, en el que dos populares niñas ejercían de papá y mamá y el resto hacía de hijos. Todo esto ocurría en el jardín que os he descrito. Los setos iban haciendo una especie de “corralitos” y dentro de ellos se desarrollaba la vida familiar. La familia tenía hijos y más hijos, pero los pobres padres no podían tener más hijos bajo su mandato porque el padre, que era quien trabajaba, por mucho carnet de familia numerosa que tuviera, no podía dar de comer a tanta boca.


Las niñas-sobrantes, las que no éramos padres ni hijas, estábamos en uno de los corralitos que se decidió llamar “El Limbo”; esas éramos las niñas no nacidas que estábamos esperando nacer para formar parte de la familia y poder pasar el recreo jugando. Para ello se crearon los papeles de las cigüeñas. Estas niñas-cigüeñas iban trotando por los pasillos del jardín y moviendo los brazos a modo de alas, acercándose hasta el Limbo. Y allí estábamos las niñas-sobrantes, que cuando veíamos acercarse a una niña-cigüeña gritábamos muy fuerte con los brazos extendidos “¡A Mi, A Mi!!!” con la esperanza de que la cigüeña nos sacara del Limbo para formar parte de la familia. Gritábamos de igual modo que cuando ves la Cabalgata de Reyes y pides cual posesa, perdiendo los papeles y la dignidad,  que te lancen un asqueroso caramelo. Entonces, la niña-cigüeña tomaba de la mano a la niña-sobrante del Limbo que le daba la gana, y se la llevaba trotando hasta los padres para que naciera. 
Era un juego organizado en el que todos teníamos un papel, pero como siempre, unos jugaban y otros se creían que jugaban.
Extraña asociación de ideas, al ver a  Drag Sethlas  vestida de Virgen, pero es verdad que me acordé del Limbo, porque en el limbo se podía haber quedado la Drag Sethlas y que la cigüeña no hubiera pasado nunca a recogerla para que naciera.


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